La profunda elegancia del alma
A menudo caminando por la calle,
observando a mi alrededor, escuchando palabras, me resulta difícil encontrar
algo verdaderamente especial, que definiría original y único. El efecto de una
peculiar sordera parece cautivar mis sentidos. Algo uniforme, repetitivo y
esquemático, afecta muchos aspectos de los cuerpos, de las formas de comunicar,
de las relaciones humanas. Cómo si una tibia niebla invisible lo permease todo,
la cotidianidad resulta continuamente anestesiada, en el sentido de no dejar
espacio y posibilidad a la belleza más profunda.
Todo parece ser al revés. Los cánones de
lo que se considera estético, siguen persiguiendo la extrema apariencia y la
superficialidad en vez de centrarse en la sensible percepción del Bello (propio
con esta finalidad nació históricamente la rama filosófica de la Estética). La unicidad
es algo que, desafortunadamente, va desapareciendo de nuestros encuentros. Y todo
lo que tiene semblanza de socialmente transgresivo o atrevido es, casi siempre,
otra fuga de nuestra alma verdadera.
La Belleza está en lo esencial y la Elegancia
profunda - no la dictada por los estándares interesados de la moda - es
el atributo de ser agraciado y sencillo a la vez.
Considero la profunda Elegancia del alma la propia sustancia del bello que se
propaga a nuestro alrededor, que captura
y seduce por la fuerza natural de su hermosura. Es la música intima que
acompaña nuestras interacciones en el mundo y da el ritmo seguro a cada palabra
de nuestros discursos. Es una calidad de nuestro ser que se cultiva
constantemente, con mucha atención y pasión. Puede convertirse en nuestra
manera más sensible de agradecer a la vida, creciendo en nobleza a cada paso.
La Elegancia está:
…en una mirada limpia,
…en unas palabras auténticas,
…en un abrazo sensible,
…en un movimiento libre de esquemas,
…en un corazón puro.
No podría faltar, hablando de profunda elegancia, el gran ejemplo de
un extraordinario artista italiano, cuya sustancia genial no sólo animaba todo
su ser sino que daba un color único y especial a su presencia y a sus acciones
diarias.
Aquí la presentación de la
figura de Leonardo Da Vinci (1452-1519)
por obra de Giorgio Vasari (arquitecto,
pintor y escritor italiano 1511-1574) en su obra Las vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos :
“Los cielos suelen derramar sus más ricos dones sobre los seres humanos
-muchas veces naturalmente,
y acaso sobrenaturalmente-, pero, con pródiga abundancia, suelen otorgar a un solo
individuo belleza, gracia e ingenio, de suerte que, haga lo que haga, toda acción
suya es tan divina, que deja atrás a las de los demás hombres, lo cual demuestra
claramente que obra por un don de Dios y no por adquisición de arte humano. Los
hombres vieron esto en Leonardo da Vinci, cuya belleza física no puede
celebrarse bastante, cuyos movimientos tenían gracia infinita y cuyas facultades
eran tan extraordinarias que podía resolver cualquier problema difícil que su
ánimo se planteara. Poseía gran fuerza personal, combinada con la destreza, y
un espíritu y valor invariablemente regios y magnánimos. Y la fama de su nombre
se propagó a tal punto, que no sólo fue celebrado en su tiempo, sino que su
gloria aumentó considerablemente luego de su muerte…”
Oggi, un giorno speciale, leggerti lo rende ancora più profondo e sentito.
ResponderEliminarBellissimo entrare nel crepuscolo caldo qui in italia attraverso le tue parole.
Mille grazie Irene! Un abbraccio grande permeato di bellezza, e tanta gioia da condividere presto insieme!
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