TODO ES…TODO LO CONTRARIO DE TODO








...y la confusión reina soberana...


Me acuerdo perfectamente el día en el que una maestra de primaria - hace unos años en Roma, yo terminaba de impartir un taller de educación emocional para profesores - me dijo para despedirse: “Adriano, no te creas…todo aquí está muerto. Aquí no late la vida de verdad. Se intenta presentar todo bien: las personas, la escuela, la didáctica, los trabajos diarios , las reuniones. Sin embargo todo es una gran mentira. Todos estamos actuando una parte, contribuimos constantemente a la realización de una gran farsa. Y lo divertido, o lo trágico, de eso es que nadie es consciente de lo que está haciendo”. Quedamos los dos unos segundos en silencio, luego acabó con una frase en dialecto romano, que más o menos suena así: “Porque todo es…¡Todo lo contrario de todo!”.

Años después esta frase sigue teniendo para mí un significado profundo y penetrante. Una afirmación que, con su simple juego de palabras, pone un alarma sobre la distorsión de sentido y la falta de autenticidad que cotidianamente afecta a muchos aspectos de la vida: palabras, relaciones, valores, acciones…
Esta distorsión genera una gran confusión en todos y no nos ayuda a sentir lo que de verdad necesitamos para desarrollarnos con plenitud.
Esta confusión impide una claridad, que es el farol fundamental para buscar y encontrar la Belleza que nutre nuestra felicidad.

He querido identificar unos aspectos de esta confusión generalizada que, en  mi opinión, consigue ofuscar constantemente nuestra capacidad de visión, de intuición y de libre acción en el mundo:

1. La distorsión en la información
Es muy triste ver como, hoy en día, gran parte de los periodistas pongan títulos “a efecto” para relatar un acontecimiento. En vez de comunicar una información de manera limpia intentan buscar, sobre todo si se presenta una tragedia humana, el aspecto más morboso y perverso; para hacer de toda la realidad un penoso y grotesco “Reality Show”. Esta actitud no es sólo mísera, sino que falta de un respeto humano profundo. En vez de informar y generar reflexiones o sugerir la propia opinión en mérito, muchos periodistas prefieren dar la vuelta a la noria de lo inútil, y de la vulgaridad gritada.

2. Pensar en la cantidad más que en la calidad
Siempre el pensamiento que domina todo se concentra en la acumulación, en el conseguir más y más. Sin considerar que la “calidad” de un gesto, de una acción, de una experiencia nos puede transformar desde dentro y regalar emociones importantes. En el campo de las relaciones sentimentales este esquema encuentra su mayor aplicación: se da valor, siempre más entre hombres y mujeres, a la acumulación de “conquistas” y de encuentros amorosos, como si el numero estadístico de los encuentros fuese sinónimo de satisfacción interior, gozo y felicidad. Yo creo, rotundamente, que la calidad de un instante, de una mirada, de unas palabras bien dichas, puede inundarnos de una sensación maravillosa: el placentero toque de la verdad en su belleza esencial.

3. La locura si, la vulnerabilidad no
En varios ámbitos de trabajo se acepta totalmente la presencia de personas “al limite de la locura”, que son estimadas en cuanto figuras originales y excéntricas, y se denigran a las que presentan, en circunstancias de cierta complejidad, sus lados más vulnerables. Parece que enseñar la propia sincera humanidad es algo negativo, significa demonstrar la propia debilidad y consecuentemente la personal falta de fuerza y capacidad. Por otro lado la locura, la insensatez, la agresividad sin rumbo y también una cierta maldad se convierten, hoy en día, en sinónimos de “fuerte personalidad”, “capacidad de liderazgo”, “seguridad y valor personal”.
Yo sí creo que es todo al revés…todo lo contrario de todo. La locura es locura…y punto. Y no sirve gritar o ser descontrolado para enseñar la propia fuerza. La verdadera fuerza emana de un ser humano que está totalmente centrado y se dedica a potenciar su alma a través de su acción benéfica en el mundo.

4. Hacer vida disoluta no es libertad
Creo firmemente que La Gran Mentira es pensar que todo lo que es transgresivo, provocativo, excéntrico, exagerado…es una afirmación de la propia libertad. La libertad no es ir sin rumbo, destruir cualquier tipo de limite o estructura para no crear nada en su lugar. Libertad no es ausencia de limites y de responsabilidad. Esta es una idea estúpida y muy poco madura de considerar la vida y sus inmensas posibilidades de crecimiento. La libertad, para mí,  está en percibir en cada instante lo que nos hace sentir plenos de entusiasmo y curiosidad hacia el mundo y  hacia los otros; es no perder nunca el propio centro, permaneciendo flexibles y adaptables a los distintos contextos que la vida nos propone. La libertas es cambiar y renacer continuamente, sin perder nunca el contacto con nuestra íntima naturaleza.

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