Sentimiento, la importancia del Saber Sentir


El pasado fin de semana participé en el taller de canto de Germana Giannini en Kinema, juntos con otras 20 personas. Como siempre la experiencia superó las expectativas más altas, en términos de profundidad, entusiasmo, empatía. Podría definir la belleza que compartimos, a través de la intimidad humana generada por el canto, un recorrido de los sentidos: la esencia benéfica del Sentimiento.

El Sentimiento era también el corazón central del taller, así como la presencia de las vitales palabras del filósofo Raimon Panikkar (homenaje para el centenario de su nacimiento).

Como siempre el eco de este trabajo vocal, tan enriquecedor, sigue permaneciendo dentro de mi durante días. Mueve emociones, produce sensaciones, estimula pensamientos. Así que me gustaría dar voz a este eco y compartir mis reflexiones sobre el Sentimiento: el gran desaparecido de estos tiempos.

Empiezo por la raíz etimológica de la palabra, que como siempre nos dice mucho sobre su significado más auténtico.

Sentimiento: la palabra está formada por la palabra latina sentire y por el sufijo -miento (que proviene a su vez del latín – mentum), con el cual se forman adjetivos verbales, es decir, señalan la acción y el efecto de algo: un sentimiento es así, la acción y el efecto de sentir. La palabra sentimiento en griego clásico era pathos (πάθος) y hace referencia tanto a la emoción interna, como a lo que el alma experimenta existencialmente.

Así el Sentimiento es la acción y el efecto del Sentir. Sentir con todo nuestro ser: alma y cuerpo. La vivencia de lo que el alma experimenta existencialmente.

Sin embargo hay un ulterior matiz de significado que encuentro interesante y que nos informa sobre la importancia del Saber Sentir: el verbo latino sentire se vincula a una raíz indoeuropea sent- que expresa el concepto de “ir adelante, tomar una dirección”.

En esta acepción más auténtica el Saber Sentir, el Sentimiento, es fundamental para tomar una dirección. Sentir es la clave biológica y espiritual para orientarnos en la vida, para actuar y dar rumbo a nuestro camino. La capacidad de escuchar atentamente - nosotros y lo que nos rodea - es la herramienta concreta para no perdernos y para navegar con autonomía dentro la confusión que se propaga rápidamente hoy en día, en muchos ámbitos.

Diría para resumir, utilizando la excelente expresión de mi sabio amigo C.B., que:
“la Vida es el Arte del verdadero Sentir”.

Desafortunadamente el sentimiento, el sentir auténtico, se ha convertido en el gran desaparecido de nuestra actualidad. La ausencia de los sentimientos verdaderos es una gran perdida que afecta muchas relaciones, comunicaciones, actuaciones individuales y colectivas. Esta ausencia produce un gran vacío, una pérdida de sentido profundo de la propia vida. Un anestesia total del alma y del espíritu.

La cura para toda esta desorientación pasa por volver a ser capaces de sentir la vida en cada instante. Volver a dar valor a la simplicidad del sentimiento, que nos hace sentir humanos. Totalmente humanos. Se retomaría así el timón de nuestro destino más noble, esquivando la brutalidad de la violencia o la rigidez de la estupidez. Se evitaría la superficialidad del vivir o la idiotez de muchas palabras y acciones.

Sentir da dignidad a nuestro Ser y Estar aquí en este presente.

Amando.

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